LA HISTORIA DEL JOVEN

QUE SE QUEDÓ SOLO EN LA SALA DE ESPERA

Tenía dieciséis años, pero nunca se había visto solo en la sala de espera de un hospital. Todo le parecía una amenaza. Las cabezas hundidas y las toses redoblaron su sensación de desamparo. Envió un whatsapp a sus padres. Por qué si lo suyo era una gastroenteritis tenía que estar allí. Al escribir el mensaje, reparó en lo fatal que había estado los últimos días y en cómo en aquella sala hasta le habían desaparecido los síntomas. De puro terror. Sólo pensaba en el monstruo. Era como si el miedo hubiera puesto todo su cuerpo en alerta. Para cuando su padre escribió que iba a pedir que le sacaran de allí, ya tenía la vía puesta y hasta disfrutaba secretamente de las conversaciones de los señores mayores que se quejaban, despotricaban y decían barbaridades, ante la paciencia ausente de las enfermeras, mientras él sentía que un leve sopor le invadía.

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