LA HISTORIA DEL ENFERMERO

QUE SE QUEDÓ DORMIDO EN UN RECESO Y DE LO QUE SOÑÓ

En algún punto de aquel interminable turno, después de haber vuelto a experimentar aquella noche cosas que casi nadie creería, hubo un pequeño receso. Se dejó caer un momento sobre una silla, al borde de la extenuación. Y, tal vez sólo durante unos segundos, se quedó dormido. Y soñó. Soñó con que se abría la puerta del hospital, a la hora de la entrada y toda la gente iba de acá para allá, plácida, sin estrés. Unos doctores le saludaron y luego pudo charlar sobre el partido de ayer con unos compañeros mientras se abotonaba la bata con toda parsimonia. De los carritos de la comida salía aquel día un aroma especialmente delicioso. Adán, el paciente de la 111, que había ingresado la noche anterior, con un cuadro de indigestión severa tras haber comido una manzana, necesitaba que le cambiaran el suero.

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