LA HISTORIA DEL ANCIANO

QUE REPASÓ TODA SU VIDA MIENTRAS ESPERABA LOS RESULTADOS DE UNA PCR

Se le había pasado ya la molestia de la garganta que le había provocado aquella prueba. No entendía qué enfermedad era esa que o te mataba o no te daba síntomas. En la soledad de su casa, tan vacía desde que Julia se fuera – afortunadamente antes de todo esto – se quedó parado frente a la ventana del viejo taller. Tomó otro sorbo de manzanilla. Afuera el primer viento del otoño agitaba los árboles. Sintió un escalofrío de pura angustia, la misma que aquel día en el andén de la estación de Abando, cuando puso su pie en Bilbao con 16 años, después de dejar el pueblo; la misma que cuando entró en casa de su madre, llena ya de gente, y le dijeron que su hermano Antonio se había caído del andamio. La misma que cuando el médico les dijo que lo de Julia era cuestión de semanas. Era viejo y estaba solo y triste. Los árboles no le dieron ninguna respuesta. No sabía aún que en un laboratorio a 80 kilómetros de su casa, su PCR había dado negativa.

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