LA HISTORIA DE LA VIUDA

QUE CONTAGIÓ A SUS FAMILIARES Y AMIGOS, Y DE CÓMO REACCIONARON

Arrasada por el dolor de la pérdida de Javier, Elisa no pudo evitar abrazarse y besar a cuantos llegaron al tanatorio. Sentía cómo media vida se le había desvanecido. Cuando, días más tarde, vino la fiebre y dio positivo, quiso suicidarse. Tomó la primera caja de pastillas que vio por allí. Al despertar, miró alrededor y, después de un rato, encendió aterrada su móvil. Más de setenta mensajes en el whatsapp de los primos. Entró dispuesta a recibir otra horrible sacudida. Sólo vio, sin embargo, expresiones lacónicas y dedos pulgares levantados. Subió al principio de la conversación y leyó. “Estamos vivos, Lis, y te queremos”.

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