LA HISTORIA DE LA SEÑORA

QUE AL DESPERTAR DESCUBRIÓ QUE NO HABÍA MUERTO

Cuando sus ojos se abrieron le pareció que dejaba de soñar. En la habitación, no había nadie. La luz de la mañana inundaba el espacio. No podía moverse o, al menos, no se movía. Alguien pasó y dijo algo, pero no pudo oírlo. Tenía algo en la boca. Se sentía rara. No sabía si leve o pesada, pero se sentía. Le pareció oír una música en algún sitio. Se había visto muerta tantas veces al pensar en el coronavirus que aquella sensación la dejó sorprendida. Pero no había duda. Estaba viva.

Volver