Como cada mañana, se despertó un tanto agobiada y estresada. Tenía muchas cosas que hacer, recados de la casa, pasear al perro, videoconferencias grupales de la Universidad, trabajos para entregar... Los días pasaban y se hacían muy iguales, muy monótonos, sin apenas descansos. Pero había un momento muy especial para ella en esos tiempos tan extraños que sucedían. Todas sus preocupaciones se esfumaban cuando, a través de su pantalla, veía asomar esa sonrisa tan bonita y tan cargada de vida. Su abuela era lo más grande que tenía, y pensaba esforzarse al máximo por poder volver a verla sonreír en persona. Pronto. Muy pronto.
