8 de la mañana, hora de ir a trabajar. Mis ¡Buenos días! eran sus ¡Buenas noches!. Cuando me levantaba, él se acostaba hasta la hora de cenar. Mi hijo, no era mi hijo, era un desconocido. Cada día que pasaba era un sufrimiento. Cambia la pista de balonmano, por su habitación; sus amigos, por unos desconocidos virtuales; sus clases on-line por videojuegos. Nosotros no encajábamos en su nueva vida. Perdió todos sus hábitos saludables: deporte, alimentación, sueño y lo peor, distanciarse de nosotros y de sus amigos.
Ahora, después de repetir curso, ha retomado sus estudios, vuelve a ser mi hijo, el de siempre. Espera con ilusión la vuelta a los entrenamientos con su equipo el Recoletas Atlético Valladolid. Sentirá de nuevo el apoyo de sus compañeros y entrenadores que nunca le abandonaron. Aprenderá que la mejor defensa es un buen ataque. Juntos y unidos ganaremos este partido contra la COVID.
