Max, 24 años, estadounidense de nacimiento, la primavera ya se veía en el horizonte y él estaba pletórico porque acababa de llegar a España con la maleta llena de ilusión por disfrutar de su beca universitaria que tanto tiempo llevaba esperando. Lo que no esperaba es que ese mes de marzo sería inolvidable para toda la vida pero por algo completamente diferente. Las noticias sobre el coronavirus no dejaban de crecer y en menos de una semana, él y sus compañeros de universidad se encontraban encerrados en lo que hubiera sido su hogar español. Aunque Max todavía tendría que hacer frente a la parte más dura, el viaje de vuelta a su país con la mascarilla puesta y la maleta llena de tristeza e incertidumbre. Su gran sueño se esfumaba y el devenir del mundo había cambiado.
