No mesuro el tiempo. Ni tan siquiera lo intuyo. Pero sé que se acaba...para ti y para mí, nuestra inquebrantable dualidad. De la otra, cuerpo y alma, cuerpo y tú y yo... no repetiremos ni el qué ni el cómo. No nos interesa, ¿verdad? Pero tú y yo sabemos que estamos camino de nuestro final. Encarados frente a él. Sin miedo. Renacer no debe dar miedo. Renacer en este mundo que abandonamos, tampoco. Catarsis, metamorfosis... en eso estamos. Dejaremos el pasado en distintos rincones del camino. No podemos ni debemos hacer esta imprescindible tarea en un solo acto. Romper, morir...para unir y vivir. Morir para volver a nacer. Sí...tú y yo. Con paso solemne y decidido. Dando la espalda a todo lo que nos ignora y que queremos ignorar para siempre...Que el sufrimiento haya valido la pena. Que el tiempo robado sea fructífero. Que el menosprecio y la incomprensión sean destruidos. Todo quedará atrás. Debe quedar atrás y destruirse para renacer y ser libres,...tú y yo. Empezar de nuevo, renacer, quedará supeditado a ti y a mi. Tú y tu alma...yo. Por eso sé que solo hemos de seguir andando sin mirar atrás, sin valorar el tiempo. Sin mesurarlo. Tú y yo... tu alma.
